Corpus Christi
Desde el Concilio Vaticano II, la Fiesta del Cuerpo de Cristo se ha convertido en la Fiesta del Santísimo Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Conmemora la institución de la Eucaristía e invita a los fieles a profundizar en su significado.
 
															Esta fiesta celebra al Dios de amor que se entrega como alimento de vida eterna, poniendo más énfasis en el misterio de la Eucaristía vivida, en lugar de centrarse únicamente en la adoración de la presencia real.
El 22 de junio, día de la Fiesta del Santísimo Sacramento, la iglesia está llena. Al término de la Misa, el Santísimo Sacramento sale en procesión, encabezada por estandartes y envuelta en un cumulonimbo de incienso, recorriendo la plaza principal hasta terminar su trayecto a los pies del campanario de la iglesia en obras. Por unos instantes, las voces del coro y los cantos de acción de gracias se apagan, y todo el cortejo, de rodillas, adora en silencio y ofrece sus intenciones. El tiempo parece suspendido, quieto, recogido. Luego, la letanía rompe el silencio, se pronuncia la bendición final y Jesús, Hostia en su luna, regresa acompañado de los monaguillos al tabernáculo.
 
															La multitud se dispersa, calma y alegre. Entonces nos viene un pensamiento: recordamos los capelos de nuestras iglesias de campo que, acompañados de estandartes (cuando no han sido quemados), esperan humildemente en el polvo a que algunos valientes los lleven de nuevo al frente del cortejo. ¡Vasto programa!
 
								

 
															 
															
 
															 
															
 
															
 
															 
															 
															
 
															