En Cuba, las farmacias estatales están casi vacías. Los medicamentos, cuando aparecen, circulan en el mercado negro a precios imposibles para la mayoría de las familias. Ante esa realidad tan dura, no es raro que enfermedades graves, incluso algunos tipos de cáncer, se traten con simples plantas medicinales o con unas pocas tabletas de aspirina. En medio de esta situación, las farmacias parroquiales de Placetas y Cienfuegos se han vuelto lugares esenciales para la gente. Viven únicamente de las donaciones que llegan desde Francia y los Estados Unidos, transportadas por los voluntarios y amigos de la Misión en sus viajes. Cada cajita de medicinas que llega es un verdadero tesoro para los enfermos y sus familias. En Placetas, la farmacia parroquial cuenta hoy con una base de datos de más de 3000 pacientes. Desde el año 2024 dispone de un programa informático de control de inventario que permite un seguimiento más organizado y preciso. Gracias a estas herramientas y a la generosidad de los donantes, se puede ofrecer un servicio más eficaz y más justo, aunque las necesidades sigan siendo enormes.