Asilo — Centro de día para personas mayores
Objectif
800€
Responsable du projet
Sor Rosario, de la congregación de las Siervas de Jesús
Nombre de bénéficiaires
14
Le projet
Localisation
Gallerie
Le projet
									Cada mañana de la semana, Jorgito recorre la ciudad en su bici–triciclo para recoger, directamente en sus casas, a las personas atendidas por el Asilo.
Las dos hermanas de la congregación de las Siervas de Jesús reciben a cada uno con un desayuno, y luego los acompañan en su aseo diario y se encargan de su ropa.
Las mañanas transcurren en un ambiente familiar: algunos ayudan en las tareas de la casa (preparar la comida, limpiar el arroz, lavar, tender la ropa…), mientras otros prefieren descansar, jugar dominó, leer o disfrutar del jardín.
El Asilo es un lugar vivo y abierto: voluntarios vienen con frecuencia a pasar tiempo con los ancianos, compartir conocimientos, ayudar en la cocina o brindar algún servicio, como cortar el pelo.
Al mediodía, las hermanas y los voluntarios se organizan para preparar y servir el almuerzo.
Además de los 14 semirresidentes del Asilo, unas veinte personas que viven en condiciones muy precarias esperan afuera con sus pomos y recipientes.
Cada semana, las hermanas sirven más de 200 comidas.
Después del almuerzo, todos disfrutan de un rato de descanso: una siesta en el balance, la proyección de una película o una partida de dominó.
Al final del día, los residentes son llevados de vuelta a sus casas, con una cena preparada con cariño y la ropa limpia.								
				L'histoire du projet
									Ante el creciente número de personas que viven en gran precariedad — sobre todo ancianos que han quedado solos, sin apoyo económico ni familiar, y muchas veces sin capacidad para valerse por sí mismos — tres hermanas de la congregación de las Siervas de Jesús, animadas por los sacerdotes de la Misión, aceptaron hacerse cargo del proyecto del Asilo.
En 2007, el Asilo abrió sus puertas para acoger a una veintena de semirresidentes.
Esta iniciativa responde a una realidad dolorosa: la pensión estatal no alcanza para vivir con dignidad, y el fuerte fenómeno migratorio ha dejado a muchos ancianos aislados, sin familia ni compañía.
								
					 
								 
			 
			